Si el No es la máxima expresión conocida de la rebeldía, Piturro ha llevado el ejercicio de su libertad individual al terreno de lo desconocido. Al mínimo requerimiento, el silencio por respuesta. Ante cualquier interrogante, la cara de boludo y a dar saltitos. Instado a compartir su manantial de sabiduría, actitud lunática y aullidos a las sirenas (¿desafío al poder?). Nunca una respuesta, nunca entrar en el juego del pretencioso interlocutor.
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